Sabíamos de las costumbres de los ratones merodeando entre alcantarillas y saliendo a la superficie en busca de toda clase de alimentos. Sabíamos del tópico de su afición a mordisquear quesos a escondidas y como se escabullen por los agujeros más diminutos que encuentran a su paso. Sabíamos y sabemos que los ratones acechan por las esquinas, salen, miran, reconocen los alrededores de sus madrigueras y entran de nuevo a disfrutar de los manjares que recogen.
Creíamos que lo sabíamos todo de los
ratones, hasta que un día uno de ellos se escabulló entre el hueco de un
enchufe olvidado y se adentró en el despacho de una funcionaria, inspeccionó
los archivos, recorrió expedientes, buscó comida hasta encontrar el manjar de
bombones escondidos, los degustó y como
postre se entretuvo royendo obsoletos
expedientes de papel, dejando a su paso su impronta característica de diminutos
excrementos.
Y llegados a este momento del relato
no podemos por menos que reflexionar sobre lo ocurrido:
¿Cómo ha
aparecido este ratón
en el despacho de la funcionaria más animalista de la plantilla y la más reticente a eliminar el papel de los
archivos?
¿Qué tienen esos
archivos que tanto interés ha suscitado en este animal y qué mensaje trae con
su visita inesperada?
¿Hay otra realidad
detrás del papel que interese tanto al inoportuno ratón?
¿Ha venido por
iniciativa propia ó ha sido enviado por alguien?
¿Ha encontrado lo
que buscaba ó buscando encontró lo que no quería?
Y lo que más inquieta, ¿volverá?. Para evitar
que esto ocurra, se activó el protocolo de tapado de agujeros, colocación de
trampas y limpieza exhaustiva de restos del festejo. Con todo este
procedimiento, el ratón desaparece.
Desaparecen su rastro pero surgen nuevas elucubraciones: ¿realmente era
un animal perdido en busca de comida ó la comida fue una excusa para hacer desaparecer los archivos de papel que
tienen que estar ya eliminados? Las
huellas de sus dientes delatan más
animadversión que gusto y sin duda el susodicho se ha delatado como defensor
del archivo digital.
En esta conversión el ratón funcionario, se aparece de nuevo. Ahora
haciendo de las suyas precisamente en el
ordenador de la misma funcionaria a la que atacó sus expedientes. Pulula por la pantalla, actualizándose todos
los días, le impide fichar, tan pronto le saluda como desaparece y deja un
hueco negro en busca de la señal perdida. Otra vez a poner en marchar nuevos servicios
de limpieza en el viejo ordenador,
saliendo, entrando , reiniciando en busca de la señal perdida , e instalando finalmente uno nuevo. En la nueva morada seguro que desaparece el maldito ratón. Pues no. Saluda , da la bienvenida y se presenta como portero pidiendo la contraseña.
Anda que no ha aprendido el ratoncito. ..
Nuevos funcionarios
acuden al auxilio para que la señal vuelva y por fin se pueda entrar a
la morada del registro digital. Pero me temo que de las artimañas de este
nuevo ratón reconvertido no nos salvamos. Seguirá haciendo de las suyas seguro.
Que nos pillen confesados a todos ...
El maullido es la voz que caracteriza a los
gatos Siempre ha sido una de las formas de expresarse y comunicarse con sus
colegas felinos y sus dueños. Como el resto de los seres vivos algunos son más
precoces que otros y empiezan pronto a lanzar sus maullidos a diestro y
siniestro. Excepto mi gata Leo que cuando la llamo, me mira, se acerca, mueve la cola, ronronea,
pero no dice ni mu.
Será que es pequeña aún, me decía yo.
Ya maullará…. Pero después de año y medio de vida, su hermano gemelo maúlla y maúlla
como una cotorra y Leo sin emitir un sonido.
Descartada su sordera, a ver si es
autista, pienso , que como la recogí en
el abandono igual tiene un trauma ó le
están haciendo bullying sus colegas felinos. Esto no es normal. Me preocupa su largo silencio. Así que, decido
llevarla al veterinario. Necesita logopeda
seguro, me digo. La recojo en su trasportín y ya en el coche, una vez
que oye el sonido del motor, de repente oigo un fuerte y largo maullido. No me
lo puedo creer, mi gata habla. Terapia de choque casera, no programada.
Funciona.
Ahora maúlla y maúlla, aunque bajito
para no quedar mucho en evidencia. Por si tiene que utilizar de nuevo su
silencio para llamar la atención.
La experiencia con mi gata me recuerda
a la del abuelo de mi amiga que en una
ocasión también perdió la voz y
preocupada la familia, lo llevan al médico de urgencias y una vez allí, cuando le pregunta su doctor qué es lo que le pasa , contesta sin problema
que no sabe pero que de repente dejó de hablar. Terapia de acercamiento médico
ante llamadas de atención sistemáticas. Funciona.
Les pasa a los gatos, les pasa a los
humanos. El autismo selectivo existe. Las llamadas de atención cada uno las
manifiesta de diferentes formas. Pero ante la terapia de choque funciona, si me
pones en apuros, te hablo, te maúllo y si es necesario canto la Traviata.
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