martes, 2 de agosto de 2022


 

Es una realidad que a los servicios de nuestras administraciones no  se puede acceder sin cita previa.  Y para ello se ha institucionalizado la petición de dicha cita a través de internet o llamadas de teléfono a números programados. Pero y  si se carece de internet o teléfono? , ¿qué otra opción existe?

Desde este escenario empieza mi aventura esta mañana. Acudo a la administración autonómica de hacienda para gestionar unos trámites necesarios con la  cumplimentación de los formularios diseñados para hacer efectiva mi solicitud. Me dirijo a la puerta de entrada donde se encuentra el vigilante de turno que me pregunta a dónde voy. Le indico la sección e inmediatamente saca su listado de usuarios a la vez que me pregunta si tengo cita. Le digo que no la tengo y sin dudarlo cual máquina automática me recita el protocolo: “si no tiene cita, tiene que solicitarla o por internet o a través de llamada telefónica” y a su vez me acerca un papelito con la dirección de internet y los números de teléfono a los que he de llamar.  Cuando le digo que no tengo internet ni teléfono, su cara cambia por completo mirándome como si estuviera viendo un extraterrestre. Ante esa circunstancia insólita para él, vuelve la cabeza hacia mi acompañante y le pregunta si tiene teléfono. Al contestarle que tampoco lo tiene, su rostro se transforma totalmente, pensando seguramente que no está ante un extraterrestre sino ante dos.  Se nota que no acaba de creérselo e insiste  de nuevo con la necesidad del teléfono.  De acuerdo, le digo,” pero si no tengo teléfono ¿desde dónde llamo? porque no hay cabinas telefónicas ya para hacerlo”. El joven y casi imberbe vigilante ahora siente que le hablo en chino (¿qué es eso de la cabina telefónica?,   me imagino que se está  preguntando).  Constatado, dos extraterrestres hablando a un vigilante en lenguaje de otro mundo.

Al no tener ante mis carencias respuesta por su parte y ver la insistencia de pedir cita por la mía, con la intención de dirigirme  a la sección correspondiente, consulta  a su vigilante  superior, que no da crédito a mi circunstancia  ni tiene argumentos para impedirme la entrada, ante lo cual, me indica que pase a la ventanilla de información y pida allí la cita. Pasamos, bajo las normas de la siguiente parte del protocolo, dejando carpetas, bolsos por la cinta de control de seguridad y en este caso mirándonos de forma más exhaustiva si cabe que al resto. No olvidemos que entran dos extraterrestres en el edificio.

Una  vez en el hall del edificio, sin perdernos de vista los vigilantes, acudo a la ventanilla de  información, donde el funcionario de turno, con cara de pocos amigos y ganas de acabar su jornada de trabajo, me pregunta qué deseo. Le digo que me envía el vigilante a pedir cita para la sección de hacienda. Ante esta demanda tan absurda para él, me repite el protocolo: “tiene que llamar por teléfono ó pedirlo por internet”.  Ya en mi posición de extraterrestre consolidada, le repito de nuevo que carezco de ambos servicios. Con cara de menos amigos que la del inicio de la conversación, me contesta: “pues Vd verá, pero  no le van a atender sin cita”.

Lo vi muy claro, sin plan B por parte de ninguno de los funcionarios, me dirijo a la sección de hacienda para pedir directamente la cita. Es entonces cuando corriendo se me acerca el vigilante jefe para indicarme que no puedo pasar allí.  Le digo que en información no me han dado respuesta ni cita y por eso voy a solicitarla personalmente porque no tengo otra opción. Si no me deja pasar, mi pensamiento de extraterrestre, se centra en pedirle su teléfono para llamar.  Viendo que seguía caminando hacia la sección, me dice: “de acuerdo pase, pero sin carpeta” (esto es porque no saben bien lo que los extraterrestres llevamos entre manos) . “Cómo que sin carpeta y porqué”, le digo.  “Que se las recoja su acompañante (a quien por supuesto no deja pasar)”, me dice.  Esto ya es surrealista  total.  “Mire, no voy a dejar las carpetas a nadie y voy a pasar”, le digo. “Vale, vale, pero pase usted  sola”, me indica y se queda vigilando tanto mis pasos, como los movimientos de mi acompañante.

Entro finalmente en la sección de hacienda donde me atiende el funcionario de la lista de citas, dando por hecho que llego allí con la mía. Me pide el nombre y le digo que no la tengo y que voy a pedirla. Otra vez tengo que escuchar el protocolo y de nuevo respondo de mis carencias. Sin demora  me indica que espere y se comunica con la funcionaria citadora de citas que presunta y posiblemente ha sido avisada desde  teléfono interno por el  vigilante jefe de la visita de una extraterrestre. Me atiende amablemente, pidiéndome el motivo de la cita  y tras entrar en su despacho, la formaliza, imprime y me la entrega en formato logotipado,  con el día y la hora a acudir.

Se despide diciéndome que si le doy mi correo electrónico, me mandará un email recordándomelo. “Es que no tengo internet”, le digo. Es entonces cuando veo en su cara su recuerdo de que soy extraterrestre. “No pasa nada, sin problema,”, me dice.       

Si en todo este proceso, suena un teléfono, estoy segura que me registran.

He podido comprobar cómo sin internet ni teléfono,  nos deshumanizan y convierten  en seres extraños, a los que no nos entienden, nos miran raro y por supuesto no nos creen. Es evidente que se necesitan protocolos menos informatizados y más humanos.

 

1 comentario:

Marea naranja

Marea naranja
Navegando con la marea naranja(cliquea)

BLOGS QUE SIGO

MIS REGALOS (para reflexionar y disfrutar ) Cliquea imágenes para entrar

MIS REGALOS (para reflexionar y disfrutar ) Cliquea imágenes para entrar
Imagenes para sobrellevar la crisis

Mercedes Sosa

Mercedes Sosa
Mercedes Sosa: "Gracias a la vida"

ZAZ

ZAZ
ZAZ- Je veux

Tiken jah Fakoly: Ya nada me asombra

Macaco: "Mensajes de Agua"y su aportación a los discapacitados

Discurso final de Charles Chaplin en la película “el Gran Dictador

Eduardo Galiano: El Derecho al delirio

TRADUCTOR

Con la tecnología de Blogger.

SEGUIDORES