A menudo en los procesos de cambio de nuestras vidas, en momentos
traumáticos o ante la pérdida de seres queridos, nos intentamos consolar con la
conocida frase “hay que seguir adelante, que la vida continúa” … porque no se detiene,
porque como nos canta Serrat: “Todo pasa y todo queda y lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos…”
Pero
también es cierto que la vida es un relato lleno de párrafos, con sus puntos
seguidos y sus puntos y aparte. En el punto y seguido de nuestro relato vital
separamos hechos para comenzar con otros incluidos dentro del mismo
párrafo.
En
el punto y aparte sin abandonar el argumento, cambiamos de escenario. Su
utilidad se hace necesaria y ayuda a no perder el interés, no hacerse
repetitivo y por el contrario propiciar una diferencia en el razonamiento que
se estaba siguiendo.
Es
así como la vida utiliza en los relatos de ausencias sus puntos y seguidos
envueltos de recuerdos, sonidos, charlas, sonrisas, nostalgias…. pero necesita
hacer uso de sus puntos y aparte, porque todo cambia, nada es igual. Y aunque
permanezcan los lugares y los recuerdos, los puntos y seguidos cada vez han de
dar paso a los puntos y aparte evitando así que nuestros razonamientos se
alarguen y enquisten argumentos que impidan continuar en la lectura sosegada de
nuestra vida.