Recientemente
leía el artículo firmado por Irene Vallejo, “El demonio del mediodía”, cuyo
contenido y alguno de sus párrafos me ha dado motivo para el título de este
post. Dice Irene que hoy en día lo habitual es la atención menguante y saltarina….
Yo
añado que lo habitual también es desenvolvernos en la atención estandarizada, y
programada, de tal forma que se hacen valoraciones subjetivas justificando una
irreal e inexistente objetividad. Así se valoran muchos hechos, escritos,
pruebas, exámenes y a personas, sin tener en cuenta que todo acontecimiento necesita
de adecuado feedback, haciendo uso de una retroalimentación global que evite
ambigüedades y encorsetamientos.
La mirada y la falta de entendimiento se hacen
bucle cuando algunas personas tienen enfrente a otra a la que le ha descubierto
sus ojos de Guadiana interpretando que esto es bueno ahora y luego lo mismo no
lo es. La forma de este bucle se
describe por si sola: incomprensión, encorsetamiento, subjetividad, falta de empatía,
rigidez, inseguridad, sin interrupciones….
Toda
esta reflexión me surge al ver como cada vez más la rigidez en los
comportamientos y las valoraciones que se hacen están nutridos en el
pensamiento único alimentado de ítems enlatados sin opción a otras respuestas
que no sean las que están previamente programadas, queriendo emular una
inteligencia artificial que deshumaniza y está perdiendo todo atisbo de ética
en nuestras relaciones.
Con
este tipo de relaciones y actitudes, “nos define un volátil entramado de
cegueras y clarividencias”. Y lo más preocupante es llegar a compartir la
conclusión de “dime que entiendes y atiendes y te diré quién eres”, al analizar
el bucle de la incomprensión.
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