En la actual situación socio-económica y política está teniendo gran protagonismo el estado de bienestar. Se aproximan las elecciones y todos los partidos políticos incluyen en su marketing de campaña alusiones a dicho estado.
Lo que la sociedad está transmitiendo es un estado de gran malestar, rabia e indignación hacia unas medidas económicas llenas de recortes económicos en servicios básicos como educación, sanidad y prestaciones sociales.
Por eso, en su afán y talante reconciliador algunos partidos nos están invitando con sus eslóganes electorales a sumarnos al cambio, otros a que peleemos por lo que queremos, otros a rebelarnos y a elegir. Nos aseguran a su vez , el fin de la excesiva austeridad en el gasto para invertir más, se comprometen a crear una corte ética para los que incumplan sus promesas, e incluso nos prometen la felicidad.
Ante tal cúmulo de promesas, se les ha olvidado valorar el estado real del estado del bienestar: su estado de inclusión ó exclusión, su estabilidad ó inestabilidad, su estado de derecho ó de injusticia, su medio–estar ó su mal –estar, su estado de mala esperanza ó de buena esperanza…. Llegados aquí, descubrimos a un estado de bienestar embarazado de promesas y recortado de derechos. Vemos como los ajustes presupuestarios con los que quieren aliviar sus “malos estares” le están provocando nauseas, mareos y vómitos.
La sin razón y el empeño de salvar una crisis económica a base de recortes y eliminación de servicios públicos básicos, nos llevará, aún habiéndonos desarrollado en la sociedad del bienestar a jubilarnos en un estado de profundo malestar.
Ni los eslóganes, ni las promesas nos han de impedir REBELARNOS ante lo injusto de lo que nos quieren hacer ver justo. El malestar del actual estado del bienestar solo lo justifican acciones sociales de políticas involucionistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario